No soy bueno con los porcentajes (un 50% de mis amigos lo sabe), pero
dicen que un alto número de sueños se olvidan si no se anotan
directamente al despertar. Incluso antes de mirar el móvil para ver los
e-mails nuevos. Me imagino que en esa etapa aún son como las ideas,
también muchas encerradas en la cabeza, que mueren si no se bajan
inmediatamente a un papel.
Ya ha pasado más tiempo que ese ‘inmediatamente’ pero aún siguen
dando vuelta las historias nocturnas dentro mío. Es verdad que más
difusas, quizás como un collage de sensaciones —esos fueron los sueños,
una mezcla, una composición— que hasta ahora, minutos después, me hacen
marear ligeramente la cabeza y escribir unas líneas, no sobre ellos, si
no acerca de su efecto.
En momentos como estos me dan ganas de llamar a los involucrados,
involuntarios partícipes, amigos o familia. No tanto para contarles lo
soñado —eso no les interesaría, o sería un relato tan difuso y vago que
no tendría sentido— pero sí para buscar una excusa para verlos.
Quizás quiero comprobar si también están mareados, confundidos, esperando alguna razón para verme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario