Siento ese dolor que se siente cuando te das cuenta de que algo o
alguien se acaba. Siento tristeza y, en ocasiones, desesperanza. Siento
pocas ganas de seguir y demasiadas ganas de plantarme y decir "hasta
aquí he llegado". Siento odio hacia mi orgullo, ese que me hace callarme
cosas que desearía gritar. Siento que mi cabeza y mi corazón no se
llevan bien, es algo que tengo asumido. También me siento engañada y
sabes de
sobra el por qué. Me dijiste que nunca se acabaría, y no fue
así. Siento desilusión y decepción. Siento tantas cosas que aveces ni yo
misma sé lo que realmente está bien o está mal. No sé si llorar o reir,
pero si soy sincera, creo que mis ganas de llorar superan con creces a
mis ganas de reir. Siento que te echo de menos. Te echo de menos a tí, a
tus defectos y virtudes, a tu sonrisa... Echo de menos esas tardes y
todas esas discusiones sin importancia. Y, ¿sabes una cosa? Aunque me
cueste admitirlo, he de decirte que aunque en este preciso momento te
odie, es ese odio mio que ya conoces bien, que no tiene fuerza... porque
podrías acabar con todo lo que tengo, podrías herirme profundamente si
te lo propusieras, que yo no podría odiarte. Y sabes de sobra que a
pesar de todo, estaré aquí para tí, para cuando me necesites.
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