miércoles, 24 de julio de 2013

Carta a mi madre



Contemplo tu copa nevada, los surcos de tu frente, la erosión de tus laderas, y me pareces hermosa montaña longeva. Nunca tuve que escalarte. Siempre llegaste entera, siempre me amparaste allá donde yo fuera, cuando yo lo pidiera. De niña, te veía perfecta e inconmensurable. De mayor, me desvelaste tus ocultos paisajes, tu torrente de dolor, tus glaciares. Y ahora que ese puente que siempre me tendías se hace endeble …
Ahora que se acerca el temido cataclismo que te hará ausencia tornándote en abismo insondable …
Ahora que conozco cada fuente, cada valle, cada roble, cada sauce que pueblan tus lugares …
Ahora que recorro cada senda, cada nido, cada cueva, cada risco, de tu mágico enclave…
Me debato en agonía de perderte, madre mía. Perdón si alguna vez no he sabido amarte
como tú te merecías. Tu hija, que te quiere
no obstante...

No hay comentarios:

Publicar un comentario