miércoles, 24 de julio de 2013
Carta a mi madre
Contemplo tu copa nevada, los surcos de tu frente, la erosión de tus laderas, y me pareces hermosa montaña longeva. Nunca tuve que escalarte. Siempre llegaste entera, siempre me amparaste allá donde yo fuera, cuando yo lo pidiera. De niña, te veía perfecta e inconmensurable. De mayor, me desvelaste tus ocultos paisajes, tu torrente de dolor, tus glaciares. Y ahora que ese puente que siempre me tendías se hace endeble …
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