lunes, 8 de julio de 2013

La indiferencia

Tan difícil es aceptar una derrota como la ausencia de una explicación. Mientras en el primer caso al menos lo has intentado, en el segundo te sientes desvalido y desprotegido. Porque una explicación te da seguridad, te da la certeza de algo, sabes el por qué de las cosas, el por qué de los comportamientos... La pregunta entonces es: ¿por qué una persona prefiere el silencio aun sabiendo el daño que hace?

¿Qué tipo de personas son capaces de dejar a alguien colgado de un precipicio a merced de un finísimo hilo? Pues la respuesta es sencilla. Sólo aquellas que no valoran al ser humano y que, en su egoísmo, prefieren estar tranquilos antes que hacer algo correcto. Vale igual en la vida, en el amor o en la política. Es un "déjame en paz, que mientras yo haga lo que quiero, el resto me da igual". Y me pregunto, ¿realmente esa gente puede vivir consigo misma después de hacer esto? Pues la respuesta es un SI rotundo. Vivimos en una sociedad egoísta. Sí, es importante quererse a uno mismo, es importante que nos cuidemos nosotros primero, pero como siempre digo mi libertad termina donde comienza la del otro. No podemos hacer lo que queramos porque vivimos en una sociedad, no estamos solos, y debemos tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen. Tomo nota, perdono pero no olvido. Sólo deseo, que quienes actúan así se encuentren con alguien que les haga lo mismo, nada más. Quizás así valoren a los demás, quizás así se den cuenta del daño que se puede hacer, porque no sólo daña quien golpea o quien usa sus palabras para hacer sufrir al otro, también daña aquel que decide utilizar la indiferencia como castigo.

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