Su droga...
Eran las nueve, a esta hora su madre
estaría en la cocina preparando la cena, mientras su padre y su hermano
estarían en el salón. Se paró frente a la puerta, respiro
profundamente, se calmó y se secó las lágrimas. Entro en la casa, por
suerte para ella nadie le salió a recibir, un olor a pasta gratinada
inundaba toda la casa, atravesó el pasillo mostrando su mejor sonrisa,
saludando a su madre que estaba en la cocina y
viendo a su padre y a su hermano jugar a la consola en el salón.
viendo a su padre y a su hermano jugar a la consola en el salón.
Llego al final del pasillo, se paró
ante la puerta de su cuarto, la primera lágrima resbalo por su mejilla.
Abrió la puerta, entro lentamente, y cerró la puerta con el pestillo, se
apoyó contra la puerta, y la segunda, la tercera, la cuarta…..Todas las
lágrimas caían, se deslizo lentamente por la puerta hasta sentarse en
el suelo y hundió la cabeza entre las rodillas, seguía llorando, y ahora
más fuerte que antes, tenía ganas de gritar de llorar, de correr y no
volver nunca más.
Se levantó ya no lloraba tanto, se
acercó al armario. Busco entre la ropa, allí estaba, cogió la caja y la
puso en la cama, se sentó al lado, empezó a sacar pañuelos llenos de
sangre, y cogió una pequeña cuchilla que tenía en el fondo. Empezó a
deslizarla por el brazo, el roce de la fría cuchilla y de la sangre
brotando de ella le calmaba, le hacía sentir libre sin ninguna
preocupación. Seis cortes en total por el brazo, ya era demasiado por
hoy se dijo ella misma, en cuanto paro las lágrimas empezaron otra vez,
vio la cuchilla a su lado, le llamaba, ya era como una droga, la
necesitaba para seguir viviendo, la agarro y más fuerte empezó a rajarse
la pierna, dolía, escocia…pero no lloraba.
Ya no eran seis cortes, eran veinte,
y seguía cortándose, empezaba a marearse, paro un momento, vio que
seguía sangrando, y cada vez más, estiro el brazo, cogió el móvil, busco
en la agenda y encontró su número, lo marco, daba llamada.
-Dime
Al otro lado, ninguna contestación, solo se escuchaba la forzada respiración de ella.
-Por favor para de llorar, sé que lo
estás haciendo, no es tu culpa, tú no has hecho nada. Es culpa mía,
además los dos en el fondo sabíamos que esta relación no llegaría a
nada.
Empezaron a escucharse los llantos.
-Por favor, Para- Le suplicaba
Se calmó un poco
-Te quiero, siempre te he querido y siempre lo hare, eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
Mientras decía estas palabras
empezó a deslizar la cuchilla con más fuerza, casa vez más hondo, la
cuchilla cada vez se hundía mas.
Empezó a gritar de dolor…
-¿Qué coño estás haciendo? Para por favor, no sigas. Voy a tu casa.
Colgó el teléfono.
Estaba muy mareada, ya no podía más,
se miró el brazo y vio que la cuchilla la tenía completamente dentro de
la pierna, como unos treinta golpes en cada pierna, la mayoría
superficiales, pero tres o cuatro muy hondos. Los brazos, todos los
brazos llenos de cortes, más profundos. Estaba mareada, miro la cama,
toda las sabanas llenas de sangre, se tumbó en la cama. Busco en las
fotos del móvil, aquella foto, su preferida, cuando los dos hicieron un
año juntos, su primer aniversario de manera seria, y ahora tres meses
más adelante, ya no eran ellos, solo era ella, ella y una cuchilla. Miro
la foto detenidamente, ese beso, ese roce que tanto anhelaba, beso la
pantalla, y puso el móvil sobre su pecho, había llegado a su final, la
cuchilla estaba demasiado honda, no paraba de sangrar y había perdido
demasiada sangre, no tenía fuerzas para levantarse, ni para gritar, y la
simple sensación de que él estuviera viendo para su casa, y le pillara
así, le hacía sentir vergüenza.
Poco a poco los ojos se le cerraron, ya no podía ni respirar bien….Todo acabo.
Dejo el dedo pulsado en el timbre,
un pitido inundo toda la casa, las nueve y media, había tardado diez
minutos en llegar a su casa.
Le abrió su madre, él ni saludo,
cruzo el pasillo rápidamente seguido por la madre extrañada de no saber
que sucedía. Abrió la puerta, avanzo dos pasos y se dejó caer en el
suelo con una expresión descompuesta.
La madre entro detrás, un segundo
más tarde un grito de terror se escuchó por toda la casa, no tardaron en
llegar el padre y el hermano. La madre y su hermano lloraban, él estaba
paralizado en el suelo y su padre pegaba puñetazos a la pared, todo por
ella. Él se levantó y le quito el móvil del pecho, su foto favorita,
empezó a llorar, todo esto había sido por su culpa, apretó tanto los
dientes contra los labios que estos empezaron a sangrar…Todo por su
culpa, ese sentimiento de culpabilidad se presentó de forma fuerte, y
seguiría por mucho tiempo….
Dos días más tardes
fue el entierro, el no apareció, estaba demasiado ocupado rajándose para
no llorar, porque al fin y al cabo, él fue quien le enseño a rajarse…
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